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El Taller del Traductor

Recursos para traductores

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Profesión

Curso: Cómo vender servicios de traducción (IV) – Mis clientes

19 de diciembre de 2013 by eltallerdeltraductor 5 comentarios

Retomamos el curso sobre cómo vender servicios de traducción con una parte fundamental: los clientes. Semana 2 – Día 1 En la entrada anterior nos habíamos propuesto elaborar un borrador de propuesta de valor como paso previo para abordar a nuestros potenciales clientes. Hoy toca analizar a quién vamos a ofrecer nuestros maravillosos servicios.

Cómo vender servicios de traducción (IV) - Los clientes
Fuente: http://www.flickr.com/photos/22553351@N03/6635779085/in/photolist-b7o6We-6ooHcz

Recordemos que, a modo de ejemplo, habíamos partido de tres áreas: traducción jurídica, interpretación médica y traducción literaria. Para centrar más nuestra propuesta de valor (recordemos que una de las estrategias para ser más competitivos es especializarse), decidimos especializarnos en traducción de contratos de compraventa de inmuebles, interpretación en congresos médicos y en traducción de literatura juvenil. Ahora toca estudiar el mercado potencial de clientes. Para ello podemos realizarnos preguntas cómo:

  1. ¿Quién puede necesitar traducir contratos de compraventa de inmuebles?
  2. ¿Cuántos congresos de medicina se realizan al año en mi zona? ¿Suelen intervenir ponentes extranjeros?
  3. ¿Qué editoriales publican literatura juvenil? ¿Se publican novelas juveniles traducidas?

No es necesario que este análisis inicial sea muy exhaustivo, pero los resultados deben ser específicos. Me explico: necesitamos localizar a clientes potenciales reales, de carne y hueso. Una vez los hayamos localizado, tenemos que hablar con ellos y sacarles toda la información que podamos sobre sus necesidades de traducción o interpretación. Veamos un ejemplo de cada caso:

  1. Contratos de compraventa de inmuebles. Cliente potencial: despachos de abogados. ¿Cómo localizarlos? A través del Colegio de Abogados de nuestra provincia. Suelen disponer de una base de datos en la que podemos buscar a los colegiados. Gracias a internet, podemos ver qué servicios profesionales ofrecen y contactar con aquellos que ofrezcan servicios a extranjeros.
  2. Interpretación en congresos de medicina. Cliente potencial: asociaciones de médicos y Colegio de Médicos. ¿Cómo localizarlos? Acudiendo al Colegio de Médicos de nuestra provincia. Es posible que en el sitio web se anuncien las actividades que realizan. Si hay ponentes internacionales, es posible que necesiten servicios de interpretación.
  3. Traducción de literatura juvenil. Cliente potencial: editoriales con colecciones de literatura juvenil o especializadas en la materia. ¿Cómo localizarlas? Aunque en internet hay muchos directorios con editoriales clasificadas por temáticas, al igual que en los casos anteriores, creo que lo más eficaz es el contacto directo. Las ferias del libro son el sitio ideal para charlar distendidamente con nuestros clientes potenciales.

Si añadimos esta información al archivo que estamos creando con la radiografía de nuestra estrategia, quedaría más o menos así:

Cuadro con clientes
Cuadro con clientes

Como decía, lo que necesitamos son contactos de carne y hueso para hablar con ellos y sondearlos. Una vez sepamos más o menos a qué cliente vamos a ofrecer nuestros servicios, tendremos que estudiarlos en su hábitat natural para plantear, posteriormente, nuestra mejor oferta estrategia posible. Entonces, ¿cómo establecemos el primer contacto con ellos? Lo veremos en la próxima entrada. 🙂 De momento, ¿quiénes crees que necesitan tus servicios de traducción especializada? ¿En qué ámbitos se mueven? ¿Hay congresos centrados en tu área de especialización?

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Curso: Cómo vender servicios de traducción (III) – Mi oferta de servicios

6 de septiembre de 2013 by eltallerdeltraductor 14 comentarios

Semana 1, día 3

En la anterior entrada nos habíamos quedado en la búsqueda de nuestra competencia. Ahora toca ir un paso más allá y preparar el terreno para la búsqueda de clientes. Toca definir qué servicios vamos a ofrecer a nuestros clientes. Algo interesante habrá que ofrecerles cuando llamemos a su puerta, ¿no?

Uno de los mejores libros de negocios que he leído hasta la fecha, The Personal MBA de Josh Kaufman, enumera 12 formas de crear valor:

  1. Producto

    Valor
  2. Servicio
  3. Cesión del uso de un recurso compartido
  4. Suscripciones
  5. Reventas
  6. Alquileres
  7. Comisiones
  8. Concentración de audiencias
  9. Préstamos
  10. Opciones
  11. Seguros
  12. Inversiones

En el caso de la traducción, la forma más habitual de crear valor es mediante un servicio o comisiones. Al hablar de los servicios, una de las puntualizaciones más importantes que hace es que cuando se trata de servicios basados en habilidades que no todo el mundo tiene y, sobre todo, cuando dichos servicios dependen del esfuerzo y tiempo que empleemos en ellos, es vital cobrar lo suficiente para que valga la pena el esfuerzo.

Al hablar de valor, no podemos olvidar cómo es valorado nuestro servicio por parte de nuestros clientes. ¿Qué valor perciben? Si nos contratan la traducción de una web, es muy probable que el encargo esté motivado por algo más que tener la web en otro idioma. ¿Qué ventaja aporta nuestro servicio al cliente? ¿Qué problema resolvemos?

Es el momento de estrujarse el cerebro y pensar qué servicios podemos ofrecer, qué huecos puedo rellenar en función de la competencia que tengo en mi especialidad. No hay que tener miedo a cualquier idea que se nos ocurra, por extravagante o rara que parezca. Si tenemos la intuición de que algo puede funcionar, no perdemos nada por analizar si es viable. Ya veremos cómo más adelante. 🙂

Aquí tenéis una muestra de cómo quedaría el cuadro con nuestra propuesta de valor:

Propuesta de valor

 

Esto es solo un borrador que tomaremos como punto de partida para abordar el siguiente paso: los clientes. Aunque ahora podamos tener una ligera idea de qué necesita el mercado, no podemos basarnos en suposiciones. En la siguiente entrada nos centraremos en esto.

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Curso: Cómo vender servicios de traducción (II) – Mis especialidades y la competencia

3 de septiembre de 2013 by eltallerdeltraductor 20 comentarios

Muchas gracias a todos por la acogida del curso durante el día de ayer. Espero que le resulte de utilidad a alguien. Vamos con la lección de hoy.

Cómo vender servicios de traducción (II) – Mis especialidades

Semana 1, día 2

Ayer veíamos en la introducción que para poder ofrecer nuestros servicios como traductores es importante que pongamos por escrito qué hacemos, cómo lo hacemos y por qué. Hoy ahondaremos en un tema bastante relacionado con el qué hacemos: en qué nos especializamos.

Ya decía el refranero español aquello de «Aprendiz de todo, maestro de nada», una máxima que está más de actualidad que nunca. Es habitual pensar que a mayor número de especialidades, más oportunidades tengo de encontrar algo, por aquello de no cerrarse a nada. Pero sin una o varias especializaciones, es como dar palos de ciego. ¿A qué clientes nos dirigimos? ¡Pues a todos! ¿Cómo busco clientes? Me apunto a todas las ofertas de Proz que se publiquen y mando mi CV a todas las empresas que pueda. Acotar nuestro campo de acción puede facilitarnos mucho las tareas de marketing y ventas y, al contrario de lo que pueda parecer, con una buena estrategia, tocar a la puerta de 1000 empresas puede salirnos mucho más a cuenta que tener que tocar a la puerta de 10 000. Y aquí no hay distinciones entre agencias y clientes directos, en ambos casos contar con especialidades es clave.

Así que volvamos a nuestro Excel de GDrive y anotemos todos los campos y áreas que conozcamos y, a ser posible, que nos atraigan. Si quieres traducir textos médicos durante los próximos X años, más vale que te guste el tema. 🙂 Tampoco debemos descartar aficiones o actividades que puedan darnos conocimientos sobre determinados ámbitos. Por ejemplo, alguien que sea o haya sido jugador federado de algún deporte puede ser un excelente traductor en ese campo. La clave está en descubrir si hay mercado para nuestras especialidades y determinar si son rentables, pero eso lo haremos la semana que viene. Todo a su debido tiempo.

Sé concreto con tus especialidades

No te limites a «traducción técnica». Te puede encantar la traducción técnica, pero seguro que no te entusiasma de la misma manera el manual de instalación de un motor de un buque que el manual de un teléfono móvil. Junto a la columna «Especialidades» he añadido la de «Campo genérico» porque nos puede resultar útil más adelante.

Captura de pantalla 2013-09-03 a la(s) 08.21.23

Como ejemplo para esta actividad, he elegido tres especialidades: Contratos, interpretación en congresos médicos y traducción de literatura juvenil.

La competencia o ¿quién ya hace lo mismo que yo?

El siguiente paso es uno de los más divertidos: estudiar a la competencia. Es decir, ¿quién hace lo mismo que yo? Si voy a ofrecer servicios de traducción de contratos, tengo que saber si alguien lo está haciendo ya, cómo lo hace, etc. ¿Dónde buscamos a la competencia? En esta etapa no hay que complicarse mucho: una búsqueda en Google basta. ¿Qué hacemos si no encontramos competencia específica? Puede significar dos cosas: que no hay clientes para tu especialización o que nadie se ha preocupado de buscarlos todavía. Ya lo veremos con detalle cuando hablemos de quiénes son nuestros clientes.

Ahora, centrémonos en la competencia. Partiendo de las tres especialidades, busco en Google y sorprendentemente me encuentro con que «traductor de contratos» solo arroja dos páginas de resultados. Aparecen varios perfiles de Proz y Linkedin, pero realmente ninguno es el de un traductor que se venda exclusiva o casi exclusivamente como traductor de contratos. Muy interesante. Contratos se traducen todos los días, ¿quién los hace entonces? Hagamos uso del «Campo genérico» y busquemos «traducción jurídica» en Google, a ver con qué nos sorprende. Ahora los resultados son bastante diferentes: 15.300 resultados. No está mal. En la primera página solo hay un resultado relevante y es el primero: el dominio traduccionjuridica.es que es la página web de Ruth Gámez y Fernando Cuñado. En la primera página de resultados en Google también aparece su blog y su Twitter un poco más abajo. Podría repetir este ejercicio con otras combinaciones de palabras de este ámbito, pero voy a pasar a las siguientes especialidades no sin antes anotar en el Excel lo que he averiguado hasta la fecha.

Al buscar «interpretación en congresos médicos» solo obtengo dos resultados y son poco relevantes. Tras usar distintas combinaciones, los resultados relevantes aparecen con «interpretación médica»: varios blogs de intérpretes y varias páginas de agencias. Las añado a la lista.

En el tercer caso, «traducción de literatura juvenil» tampoco arroja muchos resultados. Hay un perfil de Linkedin y una cuenta de Twitter y poco más. Interesante. De las diferentes combinaciones que pruebo, «traductora de literatura juvenil» vuelve a mostrar varios perfiles de Linkedin y solo cuando busco «traducción literaria» obtengo más resultados, aunque no hay webs de traductores o agencias en la primera página de resultados.

Al finalizar la búsqueda de todas las combinaciones que se nos ocurran y que podemos hacer extensiva a otros idiomas, tendríamos un cuadro como este:

Captura de pantalla 2013-09-03 a la(s) 08.23.56

Esta es la tarea para hoy: definir nuestra competencia en las diferentes especialidades que nos interesan. A veces, puede ser complicado encontrarla, pero en el caso de la traducción la competencia no suele faltar. 🙂 Y eso es bueno porque es un indicio de que hay mercado.

 

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Curso: Cómo vender servicios de traducción – Introducción

2 de septiembre de 2013 by eltallerdeltraductor 26 comentarios

Hacía tiempo que tenía en mente redactar una serie de entradas con un enfoque más empresarial, si se me permite el término. Así que me puse como objetivo el mes de septiembre, que siempre me motiva a empezar cosas nuevas y aquí os presento, poco a poco, el resultado.

Antes de empezar, os recuerdo que en el blog hay una sección llamada «La agenda del traductor« en la que tenéis un calendario y un mapa con acontecimientos, actos y conferencias relacionados con la traducción.

Sin más dilación, arrancamos el curso.

Cómo vender servicios de traducción y no morir en el intento

¿De qué va esto? A los traductores nos encanta bucear entre diccionarios, pasarnos horas y horas divagando en busca de la palabra perfecta y sumergirnos en el texto original para descubrir significados ocultos y dobles sentidos imposibles. Sin embargo, se nos arruga un poco la nariz cuando pensamos en que para dedicarse a la traducción hay que hacer facturas, pagar impuestos y buscar clientes.

«¡Pues a mí eso de buscar clientes me parece un rollo!»

No clients, no money.

Pues sin clientes, no hay traducciones. Así que hay que ponerse las pilas y salir a la calle a venderse. Ojo, las agencias de traducción también son clientes y es importante tener una buena relación con ellas, sobre todo si te aterra tener que buscar clientes directos y prefieres que otros hagan la labor comercial por ti. Aunque no tiene por que ser traumático, los clientes también son personas al fin y al cabo. 🙂 Es cierto que para llevarle las traducciones a Microsoft, por poner un ejemplo, un traductor autónomo no es suficiente, pero hay muchísimos otros clientes en el mundo. Sí, el mundo. No hay que limitarse al mercado local o nacional. Es una de las ventajas de nuestra profesión.

Este no es un curso como los demás

Primero, porque es gratis. 🙂 Y segundo, porque no voy a seguir la metodología tradicional de planes de negocio con palabros rancios que no entiende nadie. Si bien habrá conceptos que explicar, lo que pretendo es que nos hagamos las preguntas correctas y que comprendamos la lógica que hay detrás de un negocio de traducción. Siempre bajo mi punto de vista tras haber pasado por muchos cursos de formación en este ámbito.

Recursos y materiales

En este apartado iré recopilando todos los recursos y materiales que se emplean en el curso.

Semana 1, día 1

Tormenta de ideas: ¿qué, cómo y por qué hago lo que hago?

La primera tarea que nos tenemos que proponer (sí, aquí hay deberes 🙂 es descubrir o analizar qué hacemos, cómo y por qué. Aunque pueda parecer  una pregunta de libro de autoayuda, es importante tener claro qué tareas podemos o nos gusta hacer hacer, con qué medios y lo que nos empuja a ello. Tampoco está de más intentar describir esas tareas de forma diferente a lo habitual, porque podemos encontrar formas poco convencionales de explicar qué hacemos y eso nos hace destacar entre el resto.

Veamos un ejemplo:

    1. ¿Qué hago? Traducir, localizar webs, subtitular, traducir guiones para doblaje, traducciones juradas, interpretación, etc. El etcétera lo pongo para no hacer la entrada interminable, pero en un ejercicio real no hay etcétera que valga. Es importante ser creativo y añadir todo lo que se nos ocurra que creamos que tenga utilidad para los clientes. Por ejemplo, para la localización web puede ser útil saber SEO y facilitar la creación de palabras clave en el idioma hacia el que traduzcamos. También podemos fijarnos en nuestras aficiones y definir las tareas de forma más específica: traduzco videojuegos de aventuras o traduzco contenidos relacionados con el tenis porque juego en mi tiempo libre. A ser posible, desmenuzaremos las tareas en otras, ya que traducir implica documentarse, por ejemplo.
    2. ¿Cómo lo hago? Es muy probable que una gran parte de los traductores autónomos trabajen a través de internet, aunque hay ciertos servicios como la traducción jurada o la interpretación que requieren un contacto cara a cara con los clientes. Además del modo en el que distribuimos nuestros servicios, no debemos olvidar la consultoría. Por ejemplo, a la hora de traducir, consulto previamente con el cliente si tiene alguna guía de estilo o glosario como referencia y, si no lo tiene, se lo ofrezco como servicio adicional. Se dice que en los mercados de servicios, como el nuestro, la forma es muy importante.
    3. ¿Por qué lo hago? Quizá sea la parte más difícil de contestar, ¿no? Es posible que tengamos tan interiorizado qué hacemos o qué queremos hacer que no tengamos muy claro por qué lo hacemos. Para poder elaborar nuestra motivación para traducir, podemos basarnos en aquello que nos hizo decidirnos por esta profesión. Seguro que todos tenemos alguna historia que contar sobre el día en qué decidimos ser traductores o sobre qué nos llevó a ello. El otro día, vi este resumen de una ponencia que dará en breve Loek Van Kooten y me encantó su «por qué» localizo: para darle a los jugadores holandeses los juegos que se merecen.

I was pretty frustrated by the fact that so many Dutch games were so terribly localised by people who had no clue about game localisation and in the end I decided to gave up my IT legal technical translation career and dedicate all my time to give the Dutch gamers what they deserve: well localised games that read like an original.

Así que la tarea para hoy es contestar a estas tres preguntas. Si no encontramos respuestas fácilmente a la primera, no pasa nada, esto es una carrera de fondo y es normal ir afinando poco a poco. Lo importante es tener las preguntas claras e ir modificando las respuestas a medida que se nos vayan ocurriendo más ideas.

He creado esta hoja de cálculo en Google Drive en la que iré añadiendo los diferentes ejercicios con sugerencias, por si a alguien le sirven de ayuda.

Los que estuvisteis en el Traduemprende seguro que lo tenéis más claro. Marta Stelmaszak habló de la técnica «Golden Circle» en su charla:

Podéis usar el apartado de comentarios para comentar cualquier sugerencia o incluso dudas si se os queda la mente en blanco. ¿Tenéis claro por qué os gusta traducir?

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Los duros comienzos del traductor profesional

3 de mayo de 2013 by eltallerdeltraductor 52 comentarios

traducción profesional
Qué duros son los comienzos.

Cómo hacerse un hueco en el mundo de la traducción profesional

Estos días he leído varias entradas de otros blogs en las que se trataba de forma bastante positiva la inserción laboral o profesional de los futuros traductores. Lo cierto es que, a pesar de que el entorno actual no es nada favorable en España, empezar en un oficio nunca ha sido fácil. Y el mundo de la traducción profesional es un claro ejemplo de ello.

Corría el año 2003. Mis compañeros de promoción y yo estábamos en cuarto y se oían por los pasillos muchos comentarios acerca de lo que haríamos al acabar la carrera. Hasta ese año, a pesar de que yo y el francés no nos llevábamos muy bien, siempre había imaginado que los traductores «de verdad» estaban en las instituciones europeas o traduciendo libros. No fue hasta inscribirme en aquella misteriosa asignatura llamada «localización de software» («Será buscar programas para traducir, ¿no? Interesante.», pensé antes de hacer la matrícula) cuando descubrí que podía hacer muchas más cosas y olvidarme un poco de mis traumas con el francés (desolée…).

Al abrirse ese nuevo mundo de posibilidades ante mis ojos, volví a retomar el contacto con algunos recursos como la lista Traducción en España, un clásico donde los haya con el que he aprendido muchísimo. A día de hoy, aunque no hay tantos hilos de los que yo llamo «profundos», la base de datos que aloja todos los mensajes es todo un tesoro. Nunca pude seguir el ritmo de otra lista mítica: Apuntes.

Y así fue como, poco a poco, durante ese cuarto año de carrera, me empecé a meter de lleno en el mundo (que no «mundillo») de la traducción fuera de las aulas. En un interminable hilo de Traducción en España, alguien mencionó una página para encontrar encargos de traducción: Proz. (¿De qué me suena?) Y ahí que me fui. Curiosamente, estos días hace justo 10 años de eso. El perfil guarda un histórico de todas las ofertas a las que me he inscrito desde el 30 de abril de 2003 (textos de prueba incluidos, ¡oh, dioses!) y las primeras no tienen desperdicio. Fijándome en la de barbaridades que ponía durante los primeros meses, me he dado cuenta de que la entrada de los 7 pecados capitales de los traductores noveles es un poco autobiográfica. Que digo un poco… ¡Es totalmente autobiográfica!

En mis primeros intentos de hacerme un hueco en el mundo de la traducción profesional afirmaba cosas como «Traduzco todo tipo de textos«, añadía mis notas en las cartas de presentación o le exigía al posible cliente una respuesta inmediata (?). Con 21 años y sin saber muy bien qué era aquello de ser traductor autónomo, me lancé de cabeza a la aventura de conseguir encargos de traducción. No tenía mucha idea de lo que hacía, pero lo que sí tenía claro era que no pararía hasta conseguirlo.

Además de registarme en Proz, busqué otros portales similares y me di de alta en todos ellos. Intentaba responder al mayor número de ofertas posible (incluso inversas) con la esperanza de que alguien me diera una oportunidad. Ese mismo verano y todavía sin acabar la carrera, estuve en Barcelona de vacaciones. Junto a una lista de direcciones de agencias de traducción (sacada de Proz, como no), me llevé mi CV bajo el brazo y fui al mayor número de empresas que pude. En persona. Creo que solo recibí un encargo de una de aquellas empresas, eso sí, dos años más tarde. 🙂 Pero además de enseñarme que los resultados a corto plazo son escasos en cualquier profesión, aquel peregrinaje me dio otra lección muy importante: no hay que hacer inversas. Al ver la combinación ES>EN en mi flamante CV, la dueña de una de las agencias que visité me dijo que cómo iba a tener capacidad para traducir bien hacia el inglés si no era nativa. Le respondí (valiente que es una) que en la facultad habíamos hecho inversa en diferentes especialidades. Su respuesta me dejó fría: «Sí, como ejercicio está bien. Pero no para dedicarte a ello.»

Evidentemente, es un gran varapalo que te digan algo así en persona cuando estás deseando que te den tu primera oportunidad, pero a día de hoy sé perfectamente que fue un buen consejo hecho con la mejor de las intenciones. Y me alegro de haber vivido aquella experiencia.

Después de darle un buen lavado de cara al CV y de mejorar mi carta de presentación hasta tener algo decente, conseguí mi primer encargo en septiembre. Fue algo bastante grande. Los manuales de unas impresoras SHARP. Los segundos y terceros trabajos tardaron unos meses más en llegar, pero la factura del primer encargo me sirvió de colchón. Estuve bastantes años colaborando con aquella agencia, aunque el flujo de trabajo era muy irregular.

Durante los primeros dos-tres años, combiné la traducción con otros trabajos. Al igual que otras profesiones por cuenta propia, esto es una carrera de fondo. Los comienzos son díficiles en todos los campos. Nadie dijo que fuera fácil. Y, ante todo, hay que armarse de mucha paciencia y contar con mucha, mucha, mucha (¿he dicho mucha?) perseverancia.

Consejos para llevar a buen puerto esas primeras incursiones en el mundo de la traducción profesional

Si pudiera darle algunos consejos a aquel yo que empezó a traducir hace diez años, le diría:

  • A pesar de lo que pase, a pesar de todas las negativas, inténtalo todos los días. Aprende a vivir con el no y úsalo para mejorar tu estrategia.
  • Analízate y véndete como especialista en uno o varios campos. «Traducir de todo» es una mala estrategia comercial, aunque a ti te guste todo, a priori. ¿Qué textos te gusta leer? ¿Qué se te da mejor? Creo que esto lo hacemos todos de manera más o menos inconsciente: hay encargos que nos llaman más o menos la atención. Que te vendas como especialista en una materia, no implica que no puedas realizar trabajos de otras especialidades relacionadas si es necesario.
  • Diferénciate. Una cuestión compleja cuando uno empieza, pero crucial. Si hago lo mismo que mis compañeros de la facultad, ¿cómo voy a facilitarle la tarea al cliente la tarea de elegirme? Hace diez años, muy pocos traductores tenían una web, así que fue una de las primeras cosas que hice. Buscar un dominio propio, usar una dirección de correo profesional, tener una web sencillita… Actualmente, diría que para ciertas especializaciones es básico tener presencia en internet. Entre los traductores literarios, por ejemplo, no está tan extendido. Lo cual es una buena oportunidad para los que empiezan. Como el caso de Las cuatro de Syldavia. Un grupo de chicas que se dedican a la traducción de cómics, cuya web ha aparecido en varios medios nacionales (aquí).
  • Eres una empresa, un emprendedor, un empresario o como quieras llamarlo. Hay una gran diferencia entre «busco trabajo» y «ofrezco servicios». Mayoritariamente de letras, a los traductores nos horroriza todo lo que tenga que ver con los números o que tenga un cariz muy comercial. «Yo solo quiero traducir.» He realizado varios programas de creación de empresas y solo puedo decir que ojalá lo hubiese hecho antes. Balances, cuentas de resultados, DAFO, IRPF, Hacienda… No hay que vender nuestra alma de traductores a ningún diablo capitalista para utilizar una estrategia empresarial en nuestra profesión. Al fin y al cabo, queremos ganarnos la vida con esto, ¿o no?
  • Observa a los profesionales que admiras. ¿Qué hacen ellos para posicionarse? Analiza sus estrategias. Estudia cómo se presentan al mercado. Tu objetivo debe ser hacerlo igual de bien, pero con personalidad propia. Las copias se detectan muy rápidamente. Scheherezade Surià tiene un proyecto muy divertido llamado Pin Up Translator. Todo un soplo de aire fresco y una forma muy original y optimista de hablar del oficio del traductor. No la conozco en persona, pero siempre me viene su ejemplo a la cabeza porque, al menos a mí, ha conseguido transmitirme la idea de que ella es «la traductora pin up». Échandole un vistazo a los proyectos que ha hecho, se ve rápidamente que es una apasionada de la literatura. Ha traducido mucha novela romántica. ¡Las traductoras pin up son perfectas para su imagen!

Para acabar, dejo por aquí las entradas que me han servido de inspiración:

A puerta fría. Encontrar trabajo «con la que está cayendo» de la mencionada Scheherezade. Incluye muchos recursos para elaborar cartas de presentación, CVs y cuidar la presencia en internet.

Medios de comunicación o cómo desmotivar a una generación entera de Merche García Lledó.

Solo me queda decir…

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Un pequeño paso para el hombre…

25 de abril de 2013 by eltallerdeltraductor 3 comentarios

Un título con doble propósito: una minideclaración de intenciones con la esperanza de retomar este blog 🙂 y, al mismo tiempo, vale también como antesala del motivo de la entrada propiamente dicha.

Astronauta LEGO bandera

¿Cuántas veces no hemos emprendido alguna acción después de pensar/decir aquello de «Qué mal están las cosas. Hay que hacer algo para cambiarlas.»? Después del empujón y la iniciativa iniciales, solemos ir perdiendo fuelle ante la imposibilidad de conseguir resultados a corto plazo si nuestra motivación no tiene suficientes caballos de potencia para tirar de nosotros cuando la dichosa procrastinación nos azota.

Tras miles de negativas, llega un momento en que después de llegar al estado apático modo: «Total, ¿pa’ qué?», la inercia de seguir adelante o la resistencia al cambio nos llevan a coger carrerilla en medio de toda esa desazón y se produce el milagro.

Decides sacar unos pocos minutos de tu tiempo para contestar a esa oferta de Proz que «sabes» que no te van a dar y a las pocas horas te envían una prueba. O te pasas la tarde del viernes rellenando un formulario de una agencia que «sabes» que no servirá para nada y el lunes te envían una traducción. O te atreves a pedirle al equipo de programadores que desarrollen una nueva funcionalidad a sabiendas de que «no lo van a hacer» y al poco tiempo la han implementado.

Estas pequeñas victorias de cada día son las que te hacen darte cuenta del valor tan importante que tiene cada negativa, cada caída, cada fracaso. Por minúsculo que sea el avance, habrán valido la pena todos los percances anteriores cuando, por una vez, tu esfuerzo se ve recompensado o valorado de alguna forma.

Cuesta mucho mantenerse siempre optimisma e ilusionado. Hay que tener mucha fuerza de voluntad y resistencia para no dejarse vencer fácilmente por las vicisitudes del día a día. Quizás por eso está tan de moda todo lo que tenga que ver con la motivación y con mantener una actitud positiva. A pesar de que a algunos todas estas modas les parecen una tontería, creo que tienen efectos más positivos que negativos.

El secreto

Unas dos veces al año, me «cargo» las pilas viendo una ponencia de Emilio Duró titulada «Optimismo e ilusión». Es bastante larga y él mismo confiesa que siempre cuenta lo mismo (al ver otras intervenciones suyas uno se da cuenta rápidamente de ello), pero la pasión que transmite, la forma que tiene de decir las cosas y lo mucho que se ríe de sí mismo no dejan indiferente a nadie.

Este año todavía no me ha hecho falta verlo.  Es mi receta para sacar fuerzas en esos momentos en los que uno está a punto de tirar la toalla y dado su alto poder reconstituyente, no quiero que sus propiedades pierdan efecto abusando demasiado de la dosis. Intento aprovechar esas pequeñas victorias de las que hablaba antes (cada ejemplo está basado en un hecho real 🙂 y sacarles el máximo rendimiento en cuanto a motivación se refiere.

Y vosotros, ¿tenéis algún «secreto» para manteneros al pie del cañón? ¿Habéis conseguido alguna pequeña victoria recientemente?

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